Entrevista a Miguel Calero, escritor e ilustrador por Maria Pizzarro
¡Hola, Miguel! Lo primero, darte la bienvenida.Cuéntame, ¿cómo es un día normal en tu vida?
Muchas gracias por invitarme a participar. Bueno, mi vida es realmente fascinante. Llena de peligros y retos para la supervivencia. Soy autónomo... Indiana Jones no sobreviviría media jornada de mi vida. Porque él es profesor universitario, así que está muy bien lo de irse por ahí a hacer descubrimientos sabiendo que tienes la nómina asegurada.
Ahora en serio, mi jornada empieza llevando a mi hijo al instituto y tomándome un café nada más regresar a casa. Yo, los lunes, hasta que no me tomo un café y son las 14:00 del viernes, no soy persona. Enciendo el ordenador a eso de las 8:30 y hecho un vistazo al correo, respondo lo que haya que responder y luego doy una vuelta por mis redes sociales. Facebook más que nada. Colaboro activamente siempre que puedo en grupos de ilustradores ayudando a resolver dudas o compartiendo mis experiencias cuando algún compañero o compañera consultan algo. Luego ya empieza la jornada laboral propiamente dicha. En función del encargo o encargos que tenga en ese momento, distribuyo las horas para que me de tiempo a todo. Suelo cerrar el chiringuito, según el lío que tenga, entre las 19:00 y las 20:00. O hasta que mi mujer me pega el tercer grito diciendo que se enfría la cena.
Lo de los retos para la supervivencia siendo autónomo no era broma. Eso sí era en serio.
¿Te consideras un ilustrador autodidacta, o prefieres la formación reglada?¿Eres más de digital o tradicional?
Yo empecé siendo autodidacta, como todos. Copias de los tebeos, de los dibujos de los libros... Y eso hace que seas el que mejor dibuja de tus amigos. Pero hasta que no hice unos estudios mínimamente estructurados que me enseñaron las técnicas que en el futuro utilizaría, no comencé a sacarle el jugo a un lápiz y, consecuentemente, poder plantearme vivir de ello. Hay gente que tiene talento innato y dicen ser totalmente autodidactas. Bueno, daría para largo debate eso de qué es ser realmente autodidacta. Porque creo que, ya al copiar los dibujos de los libros como hacía yo de niño, estás aprendiendo de alguien aunque sea de manera tangencial. En cualquier caso, yo necesité que un profesor me contara cosas sobre la teoría del color, composición, anatomía, técnicas de pintura, perspectiva... Además creo que así se gana tiempo. Puedo tirarme un año jugando con las acuarelas hasta encontrar la manera mejor de utilizarlas mediante prueba y error, pero si tengo un profesor que me dice cómo se maneja la técnica y los errores que debo evitar, aprenderé la técnica en un mes y utilizaré el resto del año en perfeccionarla. Tratar de descubrir de nuevo la rueda me parece absurdo.
Por preferir, me gustan más las técnicas tradicionales. Lápiz, acuarela y gouache son mis favoritos. Pero para mi trabajo diario utilizo técnicas digitales. Simplemente por comodidad y porque es mucho más cómodo rectificar y hacer las correcciones que te piden los clientes.
Varios años de tu vida los dedicaste a modelar las mentes de tus alumnos, inculcándoles la pasión por el arte. ¿Qué es lo que te satisfacía más de esa etapa como profesor?¿Y lo que menos?
Mi segunda gran pasión, aparte de dibujar, siempre fue la enseñanza. Ya desde pequeño. Fíjate que, estando yo en 6º de EGB (hoy sería 6º de primaria), durante la media hora de recreo que teníamos, me iba a la biblioteca con niños de 2º, alumnos de una profesora que tuve a la que quería mucho, y les daba un refuerzo de matemáticas. Recuerdo hacer divisiones con ellos. Aunque algunos días nos escaqueábamos y les enseñaba a dibujar osos y cosas así... Joer... qué tiempos...
Siempre he disfrutado mucho enseñando y compartiendo lo que sé. Lo más satisfactorio es conectar con el alumno. Encontrar gente que realmente quiere aprender, te pregunta y trata de estrujarte como una esponja. Eso mola. Muchos de mis amigos y amigas de hoy fueron alumnos míos hace años. Eso también mola. Lo menos satisfactorio era lo contrario. Gente que iba a clase no se sabe muy bien a qué, y que pasaban de todo. Jamás he soportado a la gente vaga.
Todo ilustrador tiene un comienzo y un ídolo. ¿Cómo fue tu comienzo, y cuáles los ídolos que te influenciaron para comenzar?
Yo era un fan absoluto de Mortadelo y Filemón, del gran Francisco Ibáñez. Aún conservo muchos tebeos de aquella época con alguna mancha del chorizo de la merienda. Leía a todas horas: Zipi y Zape, Sir Tim O'Theo y también Capitán Trueno, Jabato... Recuerdo también con cariño los tebeos de Flash Gordon, Príncipe Valiente y El hombre enmascarado (Fantom). Y en general todo lo de Bruguera, que en esto del tebeo era la reina en aquellos años. Luego ya empecé con Spiderman, Conan el bárbaro, Creepy y Zona 84.
Devoraba no sólo cómics, también libros. Preferentemente ilustrados. Y soñaba con que llegaría el día en que sería mi nombre el que estuviera en aquellas portadas.
Muchos fueron los ilustradores que me influenciaron entonces, sobre todo los portadistas de las revistas que mencioné antes: Conan, Creepy y Zona 84. Gente como Luís Royo, Sanjulián, Azpiri, Maroto, Fernando Fernández... Y del mercado internacional, gente como Richard Corben, Bernie Wrightson, Juan Jiménez y, por supuesto, el maestro de maestros Frank Frazetta.
Por cierto, hace poco tuve el honor de que mi nombre figurara entre muchos de esos maestros que me influenciaron, en un libro que homenajea al gran maestro Azpiri, tristemente fallecido el año pasado. Colaboré humildemente con una ilustración de Mot.
”Don Quijote”, ”Sueño de una noche de verano”, ”Frankenstein”, ”La isla del teroso”; o las aplicaciones de ópera para niños: “Flauta mágica”, ”El barbero de Sevilla”, ”Los cuentos de Hoffmann y “Carmen”, fueron algunos de los trabajos con los que más contento te sentiste con el resultado final. ¿Por qué decidiste enfocar tus pinceles al genero infantil? De probar nuevos géneros, ¿por cuál te decantarías?
Pues curiosamente era el estilo infantil el que peor se me daba cuando empecé a estudiar ilustración. Por las influencias que antes comentaba, me tiraba más el estilo realista de los cómics de Conan o Creepy. Sin embargo, mi primer encargo profesional fue para unos libros de lecturas para niños, destinados al mercado educativo iberoamericano. Que recuerdo que pensé: “¡Toma ya! La primera en la frente.”
Como mi madre no tuvo ningún hijo cobarde, tiré para adelante. Al final todo es cuestión de práctica y de trabajo. Me dediqué a mirar libros y más libros ilustrados de estilo infantil, y a rellenar cientos de folios con bocetos de personajes de todo tipo. Al final la cosa salió medio decente y a partir de ahí surgieron más encargos con la misma editorial enfocados a libro de texto para el mercado americano. Poco a poco me fui encontrando más cómodo con ese estilo y... hasta hoy. Además, el público infantil es de lo más agradecido.
Y por probar nuevos géneros... Ahora estoy trabajando una portada para un amigo escritor con un estilo más realista. He hecho alguna otra cosa en ese estilo, pero son contadas. Me gusta y me divierto con este tipo de trabajos también. La pena es que las portadas no están bien pagadas en España, teniendo en cuenta el trabajo que lleva hacerlas. Al menos al nivel de elaboración que a mí me gustaría hacer. La foto de stock tratada con Photoshop ha hecho bastante daño en ese sentido. Claro que luego te encuentras con que hay decenas de libros de temáticas diferentes con la misma imagen de portada.
Recientemente has estado firmando ejemplares en Madrid de “El colgante mágico”, tu último cuento infantil, escrito por Daniel Tejero y Roberto Malo. ¿Qué tal fue la experiencia vivida ese día?¿Cómo surgió la idea de este maravilloso libro?
Recientemente has estado firmando ejemplares en Madrid de “El colgante mágico”, tu último cuento infantil, escrito por Daniel Tejero y Roberto Malo. ¿Qué tal fue la experiencia vivida ese día?¿Cómo surgió la idea de este maravilloso libro?
Pues la verdad que la experiencia del contacto con la gente, y especialmente con los niños, es siempre muy buena. He colaborado en distintas ocasiones en ferias haciendo talleres con niños o simplemente haciéndoles en directo el dibujo que ellos me pidieran. Me encanta la imaginación que tienen y su sinceridad. Mira, te voy a contar una de las cosas más bonitas que me han pasado en mi profesión. Como no estamos en la tele, no me vas a decir eso de: "uy, se nos acaba el tiempo..."
Hace como tres años, me invitaron a la feria del libro infantil y juvenil que se celebraba en Collado Villalba, donde vivo. Estuve haciendo dibujos durante todo el fin de semana a los niños que se pasaban por el stand. Había una niña, hija de una de las organizadoras, que pasaba cada dos por tres a pedirme algo. No sé cuantos dibujos le pude llegar a hacer. Bueno, pues al año siguiente volví a la feria y al cabo de un rato apareció aquella misma niña a saludarme. La recordaba perfectamente, claro. Me dice: “Mira, te voy a enseñar una cosa”. Tenía guardados en una carpetita rosa todos los dibujos que le hice el año anterior. Y algunos suyos que había hecho copiando los míos. Eso, para mí, es impagable.
El libro “El colgante mágico” me llegó a través del editor de Apache Libros, al que conocí precisamente en la feria que te comentaba antes. La idea surgió a raíz de un niño y una niña llamados Gaël y Olivia, sobrinos suyos y que tienen dos mamás. Roberto y Dani escribieron esta historia de un niño en las mismas circunstancias. El cuento habla de un niño que tiene una imaginación desbordante y, tangencialmente, se toca el tema de qué es lo que de verdad hace que una familia sea “normal”. La historia me gustó y acepté ilustrarlo.
Veo que sigues desbordado con los encargos que te llegan para ilustrar distintos libros de texto. Dime, ¿te queda tiempo para sacar a la luz nuevos proyectos? Danos un pequeño adelanto.
La verdad que, cuando vienen muchos encargos así, queda poco tiempo para mis proyectos personales. Tengo aparcados varios de ellos. Uno es un cuento que tengo escrito y en fase de ilustración. Es una historia muy divertida y es muy posible que en cuanto lo termine de ilustrar, sea publicado. Ya tiene pretendiente.
Tengo otro cuento que escribí hace años. Este un poquito más... oscuro. También por ilustrar. Tiene narices que precisamente lo que les falta sea eso...
Y, por último, presenté un libro infantil a un premio literario el año pasado. Aunque no he ganado, según las bases he de esperar unos meses por si la editorial se pusiera en contacto conmigo, interesada en publicarlo. Si no fuera así, trataré de moverlo por otras editoriales porque, y mira que yo soy muy exigente con mi trabajo, creo que realmente merece la pena. Y, adivina... Sí. Me falta ilustrarlo.
Para terminar, darte mil veces las gracias y hacerte una última pregunta: ¿eres feliz?
Bueno, pues te doy mil veces las de nadas y... jolín con la preguntita... Primero, tendría que tener claro qué es necesario para ser feliz. Si hacemos caso a Loquillo, pues yo no soy feliz porque no tengo un camión. Tengo una familia maravillosa, eso sí. Y un trabajo que, aunque a veces es ingrato y con algunos sinsabores, me llena y me satisface muchísimo. Paralelamente, estoy perdiendo pelo y me duele la espalda... Yo qué sé. Estoy a gusto conmigo mismo y, esporádicamente, experimento estados de ánimo que se podrían considerar como felicidad. Vamos, que me quede como estoy.
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Hasta pronto ;-)
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